Page 189 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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discursos), para regresar volando a sus propiedades en
sus pequeñas máquinas aéreas. Y entonces hacen luchar
a sus respectivos séquitos de robots: es algo realmente
divertido... se atacan con saña, disparando como locos, y
el resultado es que destruyen o estropean una o dos
docenas de robots, y a veces incluso perece en la refriega
uno de ellos, un hombre de Yance. Y luego los robots
averiados son enviados al tanque más próximo para que
los reparen en los talleres. Y se pasan la vida requisando
los robots nuevecitos que se fabrican allá abajo, para
aumentar sus pequeños ejércitos particulares.
Uno de los barbudos observó:
‐Algunos hombres de Yance tienen en sus propiedades
hasta dos mil robots. Un verdadero ejército.
‐Brose, por ejemplo ‐agregó Blair‐, se dice que tiene diez
u once mil, aunque oficialmente todos los robots de la
Wes‐Dem dependen de la autoridad militar del General
Holt: él puede movilizarlos, anular las órdenes de
cualquier hombre de Yance, de cualquier dóminus de una
propiedad, y reunir a todos los robots. Con la única
excepción de los de Brose ‐se puso a hablar en voz baja‐.
Nadie puede dar órdenes a Brose. Brose está por encima
de todos. Por ejemplo, él es el único que tiene acceso al
archivo de armamentos donde se guardan los modelos
avanzados, los que nunca llegaron a ser utilizados, los
prototipos verdaderamente terribles, capaces de
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