Page 203 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 203
tan pronto como se vierta la primera carga de hormigón
y se alcen los primeros pilares de acero; en realidad,
cuando se instalen los primeros encofrados de plástico
destinado a contener el hormigón. Los moldes ya estaban
llegando por vía aérea desde la obra donde habían sido
empleados por última vez».
Se dijo entonces para su capote: «Más vale que esté
preparado para frenar las excavadoras y detener la
recogida de tierra y todo ese jaleo, pues los objetos
pueden aparecer en cualquier momento. Y cuando los
vea... tendré que anunciarlo a los cuatro vientos».
Se puso en tensión. Porque, en la dura superficie
pardusca, bajo el nivel de las raíces de árboles muertos,
veía algo, un objeto oscuro y sucio, que habría pasado
desapercibido a quien no hubiera estado atento como él.
Los robots no se fijarían en aquello, ni las excavadoras; ni
siquiera los demás ingenieros humanos lo advertirían...
todos estaban enfrascados en sus respectivos trabajos.
Como él en el suyo. Aguzó la vista. ¿Era un simple
pedrusco, o el primero de los... ?
Lo era: un arma oxidada y ennegrecida; aunque le
costaba creerlo, era la misma que había visto nueva y
rutilante, acabada de salir de las expertas manos de
Lindblom la noche anterior.
¡Qué cambio había producido en ella el paso de seis
siglos! Hig sintió una momentánea y terrible
desconfianza frente a lo que le decían sus sentidos...
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