Page 208 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   208


              ‐¡Ah, vaya!

              ‐¿Quiere usted que anime este segmento?


              A lo que Webster Foote contestó:

              ‐Sí, hágalo, por favor. Y proyéctelo.

              Un momento después, cuando se apagaron las luces de


           la  oficina,  apareció  en  la  pared  un  cuadrado  luminoso

           constituido por la proyección del segmento de película.

           Cencio puso en marcha el proyector que convertía la foto


           fija en una secuencia animada de varios minutos.

              Aumentada  por  el  microscopio  de  1.200  aumentos

           interpuesto  entre  la  película  y  el  proyector,  pudo


           distinguirse  una  escena  tomada  desde  arriba,  por

           supuesto. En ella aparecían un hombre y dos robots.


              Mientras la observaba con atención, Webster Foote vio

           qué uno de los robots se disponía a matar al hombre; el

           movimiento de su extremidad manual derecha hacia el


           arma que él, como profesional, sabía que transportaba en

           un  lugar  preciso  de  su  anatomía  metálica,  era


           inconfundible.  El  hombre  estaba  a  punto  de  ser

           aniquilado.

              Y  entonces  el  robot  se  convirtió  en  una  columna  de


           polvo,  y  su  compañero  giró  frenéticamente  en  un

           movimiento circular, con todos sus circuitos activados al

           máximo mientras trataba de localizar la fuente del rayo


           desintegrador...  hasta  que  de  pronto  él  también  se

           convirtió en una nube de motitas que flotaban en el aire y

           que el viento arrastró.




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