Page 204 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 204
Aquello no podía ser lo que había fabricado Lindblom, lo
que él mismo había estado viendo sobre la mesa con
Adams y Brose. Estaba casi irreconocible... Se acercó,
entornando los párpados para no ser deslumbrado por el
sol. ¿Un arma o una simple piedra? Hig hizo una seña
hacia la excavadora más cercana, que se retiró
automáticamente dejando despejada la zona. Bajando a la
zanja, Hig se acercó al objeto oscuro e informe, medio
hundido en la tierra, y se arrodilló para examinarlo.
‐¡Eh! ‐gritó, mirando a su alrededor y tratando de atraer
la atención de algún ser humano... no sólo de excavadoras
y robots. Sí, allí estaba, Dick Patterson, otro ser humano,
un ingeniero empleado de Runcible, como él.
‐¡Eh, Patterson! ‐gritó Hig. E inmediatamente se dio
cuenta, consternado, de que el objeto no era uno de los
que habían dispuesto; acababa de precipitarse. ¡Santo
cielo! ¡Qué plancha se había tirado!
Patterson se acercó para preguntarle:
‐¿Qué pasa?
‐Nada.
Furioso, Hig salió de la zanja e indicó a la excavadora
que reanudase su trabajo; la enorme máquina se puso de
nuevo en funcionamiento con gran estrépito y el objeto
negro, que era una piedra, desapareció bajo las orugas del
armatoste.
Diez minutos después la excavadora descubrió un
objeto blanco y de aspecto metálico, que brillaba al sol de
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