Page 214 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   214


           de la Agencia. Brose podía eliminarle, podía eliminar a la

           Webster Foote Limited de Londres cuando se le antojase.


              Pero quizá había alguien más, alguien que no temía a

           Brose.

              ‐Sólo sabremos sí tal persona existe ‐dijo Foote‐ cuando


           sea asesinado un hombre de Yance a quien Brose tenga en

           gran aprecio.

              Esto  era  lo  que  ocurriría,  le  decía  su  intuición


           parapsicológica.

              ‐De un nuevo tipo ‐respondió Foote‐. De una especie

           que aún no conocemos.


              Lo cual, por lo que él sabía, era imposible.

              «Me estaré aquí sentado a mi mesa ‐dijo Foote para sus


           adentros‐ esperando y confiando recibir una llamada por

           video de ese viejo obeso y horrendo que parece una araña

           y se llama Stanton Brose. El cual me dirá en tono lúgubre


           que  ha  sido  eliminado  un  importantísimo  hombre  de

           Yance de su círculo más inmediato, y no de una manera


           tosca y bárbara, sino al contrario con un estilo altamente

           sofisticado, como ahora está de moda decir. Y cuando se

           produzca  esa  llamada,  yo  dejaré  mi  despacho  durante


           quince días».

              Empezó a contar los minutos de la espera. Su antiguo

           reloj de bolsillo señalaba las nueve de la mañana, hora de


           Londres.  Y  entonces  se  concedió  una  pequeña

           satisfacción, para celebrar el acontecimiento: con el índice

           y  el  pulgar  tomó  un  pellizco,  del  excelente  rapé  de  la




                                                                                                             214
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