Page 279 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   279


              ‐Pues  bien,  repásalas  cuidadosamente  y  separa  las

           escenas trucadas de los fragmentos compuestos a base de


           auténticos documentales de guerra...

              Cencio emitió una risita irónica:

              ‐Dios mío, asístenos ‐cerró los ojos y se columpió en su


           silla‐.  Francamente,  ¿quién  es  capaz  de  hacer  tal  cosa?

           Nadie lo sabía entonces, lo sabe ahora ni lo sabrá...

              En efecto, tenía razón. Era la principal dificultad.


              ‐Muy bien ‐dijo Foote‐. Da lo mismo... tú ponte a pasar

           la película de todos modos. Hasta que te parezca ver la

           figura del Protector. Será uno de los grandes dirigentes


           carismáticos, uno de los cuatro grandes; no será Molotov

           ni Chamberlain, conque no hará falta que te fijes en éstos.


              Santo Dios, pensó, ¿y si resulta que es el «Hitler» que

           toma tierra en el reactor Boeing 707 en Washington para

           celebrar conversaciones secretas con Roosevelt? ¿Será ése


           el que gobierna los millones de habitantes de los tanques

           hoy  en  día,  el  actor  que  Gottlieb  Fischer  consideró


           adecuado para personificar a Adolfo Hitler?

              Aunque  cabía  la  posibilidad  de  que  fuera  un  papel

           secundario, que hubiese encarnado a cualquier General,


           incluso  a  un  soldado  norteamericano  anónimo  en  el

           frente.

              ‐Necesitaré semanas ‐dijo Cencio, que sin duda había


           pensado lo mismo‐. ¿Cree usted que disponemos de tanto

           tiempo? Si entre tanto van liquidando gente...







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