Page 305 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 305
La penúltima verdad Philip K. Dick 305
el que mató a Lindblom. Pero son anticuados y poco
fiables; tienen demasiados años...
‐Repito ‐dijo Lantano‐ que yo tengo una de esas armas.
El equipo completo con dardo, alojamiento para el mismo
y mecanismo de disparo. Y en perfecto estado; a decir
verdad, nuevo y flamante.
‐Eso significa ‐observó Foote‐ que usted posee una
máquina para viajar por el tiempo. El arma que usted
menciona debe proceder directamente de quince o veinte
años atrás.
Lantano asintió:
‐Sí, poseo esa máquina ‐luego apretó fuertemente los
puños‐. Pero no sé cómo montar el arma. Los asesinos
comunistas de antes de la guerra estaban perfectamente
adiestrados; eran especialistas en su manejo. Pero yo creo
que usted, con sus conocimientos en la materia... ‐miró de
soslayo a Foote‐. Usted podrá hacerlo, ¿no?
‐¿Esta noche, pues? ‐dijo Foote.
‐Brose posiblemente visitará el despacho de Adams
mañana mismo ‐prosiguió Lantano‐. Si instalamos el
dardo esta noche, Brose puede estar muerto dentro de
doce horas... veinticuatro a lo sumo. La otra alternativa,
no hace falta decirlo, es que los muertos seamos los aquí
presentes. Porque antes de cuarenta y ocho horas Brose
ya tendrá conocimiento de esta conversación... gracias al
aparatito espía que Foote ha instalado. No sé cómo es ni
305

