Page 318 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad                           Philip K. Dick   318


              Hay  una  tercera  opción,  se  dijo  Foote,  que  seguía

           sumido  en  sus  meditaciones.  Una  tercera  persona  que


           dispone de un poder enorme y no es un peón movido por

           Lantano ni por Stanton Brose. Louis Runcible está en su

           lujosa villa de Ciudad del Cabo, tomando un baño de sol


           en  su  jardín  rodeado  de  enredaderas.  Si  queremos

           encontrar  hombres  cuerdos  y  decisiones  sensatas

           encontraremos ambas cosas allí, en Ciudad del Cabo.


              ‐Seguiré adelante, como he dicho ‐dijo Foote en voz alta‐

           .  Me  encargaré  de  instalar  el  arma  en  el  despacho  de

           Adams.


              Y después, decidió, me largaré a Ciudad del Cabo para

           hablar con Louis Runcible.


              «Me  encuentro  físicamente  mal ‐pensó‐,  a  causa  del

           aura de ʺnecesidadʺ que emana del hombre qué está a mi

           lado...  soy  demasiado  sencillo  para  comprender  ese


           género  de  realismo  político  y  moral  en  toda  su

           profundidad; a fin de cuentas yo sólo he vivido cuarenta


           y dos años, y no seiscientos».

              «Y tan pronto como llegue a Ciudad del Cabo ‐siguió

           pensando Foote‐, pegaré el oído a todos los transmisores


           de  noticias,  y  no  descansaré  hasta  oír  la  noticia,

           procedente de Nueva York, de que el viejo, gordo y senil

           Stanton Brose ha muerto... naturalmente, siempre que el


           golpe de Estado dado desde dentro de la propia Agencia

           por el más joven y brillante de sus redactores (santo Dios,







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