Page 323 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
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La penúltima verdad Philip K. Dick 323
Agencia de Nueva York, donde estaba el despacho de
Joseph Adams.
El despacho estaba a oscuras. Adams aún no había
llegado.
‐Naturalmente, tardará algunas horas en hacerse de
nuevo con el diagrama cerebral de Brose ‐dijo Lantano.
Nervioso y aparentemente inseguro, lo cual resultaba
extraño en él. Consultó su reloj de pulsera y comprobó la
esfera quedaba la hora de Nueva York‐. Tal vez haríamos
bien en sacar ese diagrama de la propia Megavac 6‐V.
Entretanto, empiece usted a montar el arma.
Se hallaban en el pasillo, frente al despacho que Adams
tenía en el 580 de la Quinta Avenida.
‐Ponga usted manos a la obra mientras yo voy en busca
del encefalograma...
Y Lantano se alejó con rapidez. Foote le llamó para
decirle:
‐¡Oiga! ¡No puedo entrar! Las únicas llaves las tienen
Adams y Brose, que yo sepa.
Volviéndose para, mirarle, Lantano dijo:
‐Pero ¿usted no es capaz de...?
‐Mi empresa, en efecto ‐repuso Foote‐, posee llaves
falsas y ganzúas capaces de abrir cualquier cerradura, por
complicada o difícil que sea. Pero ahora...
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