Page 325 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 325
La penúltima verdad Philip K. Dick 325
Ambos continuaron la espera, minuto a minuto.
Y a cada minuto que pasaba, Foote estaba más seguro
de que Adams no vendría; de que se había amilanado. Y
esto hacía suponer que había establecido contacto con
Ginebra. Es la única suposición válida que podemos
hacer, pensó. Lo cual significa que, en vez de esperar a
Adams, a quien estamos esperando es a los asesinos de
Brose. Estamos esperando en este pasillo a que vengan a
matarnos.
‐El futuro ‐le dijo a Lantano‐ no es más que una serie de
alternativas, ¿cierto? Unas más probables que las otras.
Por toda respuesta, Lantano lanzó un gruñido.
‐¿No es previsible, como una de esas alternativas
futuras, que Adams informe a Brose para salvar su piel a
expensas de las nuestras?
El interpelado contestó secamente:
‐Sí pero la probabilidad es sólo de una entre cuarenta.
‐No olvide que yo poseo la facultad de premonición
extrasensorial ‐le observó Foote. Y esta facultad, pensó,
me dice que no son esas las probabilidades. Es mucho
más probable que estemos aquí, atrapados como moscas
flotado y ahogándonos en el tarro de miel que habrá
servido para nuestro propio exterminio. Para que nuestra
propia impaciencia nos acarree la muerte.
La espera se hacia muy difícil y psicosomáticamente se
estaba sintiendo muy incómodo. Y a pesar de las palabras
de Lantano y de lo que señalaba su reloj, resultaba
325

