Page 329 - La Penúltima Verdad - Philip K. Dick
P. 329

La penúltima verdad                           Philip K. Dick   329


              De  un  solo  golpe,  consistente  en  soltar  el  dardo

           homeostático alfatrópico con punta de cianuro, aquella


           fuerza degradante desaparecería de sus vidas. ¿Y no era

           ése el único propósito racional de aquel vuelo a Nueva

           York  para  acudir  a  su  propio  despacho,  donde  le


           esperaban Lantano y Foote?

              Pero  el  organismo  de  Joseph  Adams  no  se  dejaba

           convencer  y  lanzaba  sus  secreciones  metabólicas  de


           miedo  a  través  de  su  sistema  nervioso  simpático.  Se

           debatía  buscando  alivio...  buscando  una  escapatoria.

           Quiero escapar.


              Y Foote también quiere lo mismo; eso estaba claro, se

           dijo. Se veía a la legua en la expresión de su cara. Aunque


           no  lo  sienta  de  manera  tan  acuciante  como  yo  en  este

           momento.  Porque  de  haberlo  sentido,  no  habría  ido  a

           Nueva York, sino que habría procurado largarse. Webster


           Foote es un viejo zorro con muchos recursos. Y yo no soy

           como  él,  pensó;  no  estoy  preparado  para  estas


           eventualidades.

              ‐De  acuerdo ‐dijo  Adams  al  agente  de  Foote  que  le

           apuntaba  con  la  pistola  de  rayos  láser‐.  Me  he


           desorientado  un  momento;  ahora  ya  sé  el  rumbo  que

           debo tomar.

              Describió  una  curva  y  enfiló  el  volador  hacia  Nueva


           York.










                                                                                                             329
   324   325   326   327   328   329   330   331   332   333   334