Page 16 - Limbo - Bernard Wolfe
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sentidos.  Ubu  pudo  ver  que  el  doctor  Martine



            estaba  rebanando  en  aquellos  momentos  la


            última porción del cráneo de Moaga con su sierra


            circular automática.


                  Cuán  enferma  había  estado  aquella  pobre



            Moaga, Moaga la buscaproblemas, la taciturna, la


            silenciosa,  la  difamadora  de  los  vecinos,  la  que


            pegaba a su marido. Ahora la violencia había sido


            arrancada de su cuerpo y yacía tendida sobre la


            mesa de operaciones como un montón de tapioca


            (qué bueno sería disponer de un poco de tapioca


            en         estos          momentos),                  tan         completamente


            anestesiada  por  la  rotabunga  (también  hubiera


            tomado un buen pellizco de eso) que, aunque sus



            ojos estaban enormemente abiertos, no podía ver


            nada. Estaba  desnuda, y Ubu podía ver la maraña


            de hilos que partían de sus brazos, sus piernas, su


            pecho, sus párpados, de todos los orificios de su


            bronceado cuerpo, hasta las máquinas de medir


            esparcidas por toda la estancia. Sabía que dentro


            de unos pocos minutos, cuando se produjera la



            Mandunga,  las  agujas  indicadoras  en  todas


            aquellas máquinas caerían del nivel de la aflicción


            al nivel del bienestar, y la enfermedad de Moaga


            habría desaparecido, ella se apartaría de la ganja


            («marijuana», en el peculiar lenguaje del doctor)



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