Page 20 - Limbo - Bernard Wolfe
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—Tengo el ritmo —se dijo a sí mismo.
Miró en torno suyo a la habitación. Todos sus
ayudantes estaban en sus puestos, observando
sus diales medidores y registrando en cada
momento las variaciones de temperatura de
Moaga, su tono muscular, la humedad de su piel,
la presión sanguínea, la peristalsis intestinal, la
dilatación de las pupilas y los parpadeos, el
lagrimeo, las contracciones vaginales. Medida a
medida. Una operación a la medida.
—Una medida helada, servir fría, muy fría —
murmuró bajo su mascarilla. Se irritó consigo
mismo por aquella estupidez, pero sabía que era
algo más fuerte que él mismo; afortunadamente
su mano era ágil, una mano de hada, de
prestidigitador, los dedos tan dispuestos y hábiles
para la tarea que efectuaban su trabajo incluso
bajo la avalancha de bromas estúpidas
provocadas por su propia masa encefálica
amasando la inercia de aquella fría herida.
Rembó apartó la máquina y trajo una mesa,
sobre la cual había una hilera de agujas
hipodérmicas llenas de líquido, estricnina. El
siguiente paso era neuronografía,
estricninización, excitación de ciertas zonas clave
en el cerebro con aquel potente excitante a fin de
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