Page 119 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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Se agachó lentamente y trató de zarandearlo.
Suavemente al principio, luego con más ímpetu.
—¡Eh! —exclamaba—. ¡Eh, tío!
Ninguna respuesta.
«Lo he matado —se dijo—. Está muerto. Muerto».
La sola idea le hizo sentir una fuerte opresión en la
boca del estómago, una suerte de pinzamiento que
no tardó en extenderse a los pulmones. Retrocedió
unos pasos tambaleándose hasta llegar a la pared,
donde se dejó resbalar hasta el suelo. Una sensación
de ahogo se apoderó de él, nublándole la vista.
Después de unos instantes, sin embargo, abrió la
boca y se forzó a inspirar una bocanada de aire, lo
que le trajo un alivio inmediato: al menos ahora
podía enfocar otra vez la escena, que naturalmente
no había cambiado en absoluto. El cuerpo seguía
allí. Y, de repente, hacía calor; demasiado calor.
«Pero ¿está muerto de verdad, Joe? ¿Lo está?».
Estaba pensando en tomarle el pulso. Había visto
cómo lo hacían en mil películas diferentes, y en
todas lo hacían de manera que siempre parecía un
procedimiento sencillo; todo el proceso duraba
apenas unos pocos segundos. «Está muerto», decía
el detective con gravedad tras poner la mano en el
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