Page 401 - Vienen cuando hace frio - Carlos Sisi
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varias  docenas  de  demonios,  pero  parece  una


            batalla perdida: debe de haber cientos, y su número


            sigue incrementándose. Hay torbellinos por todas


            partes, y ahora es consciente que disparando al azar


            sobre esos seres no va a conseguir nada.



            Entonces se gira y lo ve: el corazón, asentado en su


            trono  borgoña,  con  los  apéndices  sacudiéndose



            como  serpientes  enroscadas.  Joe  entrecierra  los


            ojos. Ahora la distancia no parece tan grande: no


            había  calculado  que  en  ese  plano  los  clavos


            pudieran llegar tan lejos. Piensa que tiene quizá una


            oportunidad, si aún le queda munición: tal vez no


            pueda robarlo, pero podría intentar destruirlo.



            Rápidamente, abre el cargador y echa un vistazo.



            Su corazón parece detenerse por unos instantes: en


            la cámara solo quedan cuatro de los clavos de que


            disponía. Aprieta los dientes y cierra los puños. Se


            pregunta si no será demasiado tarde, pero sabe que


            tiene que intentarlo de todas maneras porque hay


            demasiado en juego.



            Está  calculando  sus  posibilidades  cuando,  de



            pronto, y sin saber por qué, mira hacia arriba, justo


            encima  de  su  cabeza.  Sus  esperanzas  se  rompen


            como  un  espejo  de  pared;  estalla  en  mil  pedazos


            diferentes que devuelven la imagen invertida de lo


            que  fue:  desesperación.  Es  una  de  esas  formas





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