Page 377 - El Jugador - Iain M. Banks
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y acabaron dignándose sonreír a Za, quien les entregó un
par de bolsitas de cuero. La puerta se abrió. Za y Gurgeh
cruzaron el umbral para encontrarse con la luz, la música
y el ruido que había más allá.
El espacio en el que entraron era una dimensión regida
por la confusión y el desorden, y no había forma de
decidir si se trataba de una sola estancia subdividida y
repartida en un caos de varios niveles o una profusión de
galerías y habitaciones más pequeñas que se habían
acabado juntando unas con otras. El lugar estaba lleno de
gente y la atmósfera vibraba con los ecos estridentes de la
música atonal. Las espesas capas de humo que flotaban
lentamente de un lado a otro podrían haber hecho pensar
que estaba ardiendo, pero el humo tenía un olor dulzón y
casi perfumado.
Za guió a Gurgeh por entre el gentío hasta una cúpula
de madera situada a un metro de distancia de una
pequeña pasarela cubierta. Desde la cúpula se dominaba
una especie de escenario situado a un nivel inferior. El
escenario estaba rodeado por pequeños palcos circulares
y por varias zonas con asientos y bancos, todos ellos
ocupados y con una considerable mayoría de azadianos.
En el pequeño escenario de forma más o menos
circular que había debajo se veía a un alienígena bajito y
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