Page 375 - El Jugador - Iain M. Banks
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Salieron del calor del túnel y entraron en una inmensa
caverna brillantemente iluminada que tendría un mínimo
de ochenta metros de altura y la mitad de anchura. Las
paredes de color crema se alejaban en ambas direcciones
durante medio kilómetro o más y terminaban en grandes
arcos laterales rodeados de luces que llevaban a otras
galerías. El suelo estaba lleno de tiendas y edificios que
parecían chozas, paneles y pasarelas cubiertas, puestos,
quioscos y placitas cuadradas con fuentes y toldos a rayas
de muchos colores. Las lámparas colgadas en los cables
atados a los postes bailoteaban de un lado para otro, y las
luces principales ardían en las lejanas bóvedas del techo
inundándolo todo con una luz entre marfileña y plateada.
Los lados de la galería casi quedaban ocultos por edificios
de varios niveles y pasarelas suspendidas de las paredes
o del techo, y había tramos enteros de pared de un gris
mugriento puntuados por los agujeros irregulares de las
ventanas, balcones, terrazas y puertas. Los ascensores y
poleas crujían y chirriaban llevando a sus pasajeros hasta
los niveles superiores o bajándolos hasta aquella
superficie atestada de objetos y personas.
‐‐Por aquí ‐‐dijo Za.
Avanzaron por las angostas calles del suelo de la
galería hasta llegar a la pared, subieron por una escalera
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