Page 373 - El Jugador - Iain M. Banks
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Las  superficies  interior  y  exterior  del  gigantesco

            gasómetro brillaban bajo el arcoiris creado por las luces y


            el  parpadeo  irreal  de  las  imágenes  grotescamente

            exageradas ofrecidas por los hologramas publicitarios. La

            gente iba y venía por el primer nivel de aquel cruce entre


            torre  y  caverna,  y  el  aire  estaba  saturado  de  gritos,

            alaridos, voces que discutían y regateaban y rugidos de

            motores  y  maquinaria.  Gurgeh  observó  al  gentío  y  los


            puestos y tiendas que pasaban junto a ellos antes de que

            el vehículo inclinara el morro e iniciara su largo descenso.

            Un extraño olor entre dulzón y acre se fue filtrando por

            las rejillas del sistema del aire acondicionado y lo invadió


            como si fuera el aliento humeante de aquel lugar.

                  Dejaron el vehículo en un túnel larguísimo de techo

            bastante  bajo  cuya  atmósfera  estaba  llena  de  humo  y

            gritos. La galería apenas si podía acoger a los vehículos


            de  muchas  formas  y  tamaños  que  gruñían  y  siseaban

            abriéndose paso entre los enjambres de personas como

            inmensos  animales  vadeando  torpemente  un  mar  de


            insectos. Za cogió a Gurgeh de la mano y su vehículo se

            puso en marcha dirigiéndose hacia la rampa de subida.

            Fueron avanzando por entre las multitudes de azadianos


            y  otros  humanoides  yendo  hacia  la  boca  de  un  túnel

            envuelto en una débil claridad verdosa.






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