Page 384 - El Jugador - Iain M. Banks
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sentarse a su mesa, y le divertía. No sentía ningún deseo
especial hacia las dos exquisitas criaturas entre las que
estaba sentado ‐‐y, desde luego, nada que no pudiera ser
controlado‐‐, pero no cabía duda de que eran una
compañía muy agradable. Za no era ningún idiota, y
aquellas dos hembras encantadoras ‐‐Gurgeh sabía que si
Za hubiese descubierto que sus preferencias iban en otra
dirección habrían sido machos o ápices‐‐ eran tan
inteligentes como buenas conversadoras.
Sabían algunas cosas sobre la Cultura, habían oído
rumores sobre las alteraciones sexuales que sus
habitantes consideraban como algo absolutamente
normal y no tardaron en hacer chistes discretamente
obscenos sobre el equipo y las proclividades de Gurgeh
comparadas con las suyas, y con las de los otros sexos
azadianos. Eran realmente fascinantes, y sabían cómo
halagarle y provocarle. Bebían licor en copitas, fumaban
pipas minúsculas y delgadísimas ‐‐Gurgeh intentó dar un
par de caladas pero sólo consiguió toser, lo que pareció
divertirles mucho‐‐, y las dos tenían una larga melena
negro‐azulada que se enroscaba sinuosamente. La
melena de cada una estaba dividida en membranas
sedosas por redecillas de platino tan finas que casi
resultaban invisibles, y contenía una gran cantidad de
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