Page 684 - El Jugador - Iain M. Banks
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debía estar dentro a medianoche, y empezó a volver sobre
sus pasos absorbiendo la atmósfera de espera como si
fuese algo precioso que no podía durar mucho y que
quizá nunca volviera a repetirse.
No estaba cansado. La agradable fatiga de nadar en la
piscina se había convertido en una especie de cosquilleo
lejano, y cuando subió la escalera que llevaba a su
habitación no se detuvo en ese piso sino que siguió
adelante. El cuerno acababa de sonar anunciando la
medianoche.
Gurgeh emergió a un baluarte situado bajo una torre
de gran tamaño. El paseo de forma circular estaba oscuro
y mojado. Se volvió hacia el oeste para contemplar la
tenue claridad rojiza que iluminaba el cielo. La
Incandescencia aún estaba muy lejos y quedaba por
debajo del horizonte. Sus destellos se reflejaban en las
nubes como si fueran un lívido crepúsculo artificial. Los
reflejos no impidieron que Gurgeh fuese consciente de la
inmensidad y el silencio de la noche que había caído
sobre el castillo ahogando todos los ruidos. Encontró una
puerta que daba acceso a la torre y subió por la escalera
que llevaba hasta arriba. Se apoyó en el parapeto de
piedra y volvió la cabeza hacia el norte y la hilera de
colinas. Aguzó el oído y escuchó el lento gotear de un
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