Page 686 - El Jugador - Iain M. Banks
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tiempo. Se preguntó si Nicosar habría comprendido lo
ocurrido, y pensó que por lo menos debía sospecharlo. Se
sentó en un pequeño banco de piedra.
Y de repente comprendió que echaría de menos a
Nicosar. Existían algunos aspectos en los que tenía la
sensación de que el Emperador y él habían llegado a un
grado de intimidad que Gurgeh nunca había conocido
antes. El juego les había unido y había hecho que
compartieran toda una gama de experiencias y
sensaciones que Gurgeh no creía posibles en ningún otro
tipo de relación.
Dejó escapar un suspiro, se levantó del banco y volvió
al parapeto para contemplar el camino que había al pie de
la torre. Vio a dos guardias imperiales cuyas siluetas
apenas podían distinguirse gracias a la luz que brotaba
por la puerta abierta. Sus pálidos rostros estaban vueltos
hacia arriba y le observaban. Gurgeh no estaba seguro de
si debía saludarles o no. Uno de los guardias alzó un
brazo y un chorro de luz cayó sobre Gurgeh obligándole
a protegerse los ojos. Una tercera silueta menos alta
vestida con ropas oscuras en la que no se había fijado
antes fue hacia la torre y cruzó el umbral. El haz de la
linterna se desvaneció. Los dos guardias se colocaron uno
a cada lado de la puerta.
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