Page 685 - El Jugador - Iain M. Banks
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rociador que perdía agua en algún lugar debajo de él, y el

            apenas audible susurro de los arbustos cenicientos que se


            preparaban para enfrentarse a su destrucción. Las colinas

            eran invisibles. Gurgeh dejó de intentar verlas y se volvió

            de  nuevo  hacia  la  banda  de  color  rojo  oscuro  que  se


            curvaba de forma casi imperceptible por el oeste.

                  Oyó  sonar  un  cuerno  en  algún  lugar  del  castillo

            seguido de otro, y luego otro más. También oyó ruidos


            anormales; gritos lejanos y pasos que corrían, como si el

            castillo  volviera  a  despertar.  Gurgeh  se  preguntó  qué

            estaría ocurriendo. Tiró de la delgada tela de su chaqueta

            intentando protegerse mejor el torso. Había empezado a


            soplar  una  ligera  brisa  del  este,  y  Gurgeh  fue

            repentinamente consciente de que la noche era bastante

            fresca.

                  La tristeza que había sentido durante el día aún no se


            había  esfumado  del  todo.  Se  había  convertido  en  algo

            menos  obvio  pero  más  básico,  como  si  se  hubiese

            escondido  en  las  profundidades  de  su  mente  para


            fundirse  con  ella.  Qué  hermosa  había  sido  la  partida;

            cuánto  había  disfrutado  moviendo  las  piezas,  qué

            jubilosamente vivo se había sentido..., pero sólo porque


            intentaba  provocar  su  cese,  sólo  porque  estaba

            asegurándose  de  que  esa  alegría  no  duraría  mucho






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