Page 714 - El Jugador - Iain M. Banks
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y se convirtió en un chirriar casi insoportable. El humo

            empezó a brotar de la maquinaria adosada al techo y una


            aureola  de  cegadores  relámpagos  azulados  bailoteó

            locamente a su alrededor.

                  Nicosar  no  se  había  dado  cuenta  de  nada.  El


            Emperador saltó sobre Gurgeh, quien consiguió esquivar

            la embestida. La espada se incrustó en el tablero a unos

            centímetros  de  su  cabeza.  Gurgeh  se  incorporó  y  saltó


            sobre una de las pirámides. Nicosar se lanzó en pos de él

            pisoteando las cartas y esparciendo las piezas.

                  El equipo suspendido del techo estalló y cayó sobre el

            tablero  envuelto  en  un  diluvio  de  chispas.  La  masa  de


            metal  humeante se estrelló contra el centro del  terreno

            multicolor  a  pocos  metros  de  Gurgeh,  quien  se  vio

            obligado  a  detenerse  y  dar  la  vuelta.  Se  encaró  con

            Nicosar.


                  Algo blanco que se movía muy deprisa hendió el aire.

                  Nicosar alzó la espada por encima de su cabeza.

                  Un campo verde y amarillo se estrelló contra la hoja


            partiéndola  en  dos  mitades.  Nicosar  sintió  la  súbita

            alteración en el peso de la espada, alzó los ojos hacia ella

            y  la  incredulidad  se  adueñó  de  sus  rasgos.  La  mitad


            superior  de  la  hoja  colgaba  en  el  aire  suspendida  del

            diminuto disco blanco que era Flere‐Imsaho.






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