Page 151 - La Nave - Tomas Salvador
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oscuridad metálica. Y entonces vio también a Abul,


            que estaba esperando. Que estaba esperando a que


            fuera  comprendiendo,  él,  que  tantas  cosas  había


            comprendido. Y dijo:



               —Abul. Abul...



               —Ése soy yo —dijo el kros ciego, sonriendo.



               —Veo. Mis manos, Abul.



               —¿Duelen?



               —No las tengo.


               —No, no las tienes.



               —No puedo levantarme; no puedo apoyarme...



               —Podrás, luego, más tarde.



               —Abul...



               —Ése soy yo. Y tú, ¿quién eres?



               Dudó  antes  de  contestar.  En  circunstancias


            normales,  un  cortador  no  podía  interrogar  a  un


            Hombre de Letras, clase superior. Pero intuía que


            aquello se había acabado para siempre. Y dijo:



               —Soy Shim, hijo de Kanti y Torna.



               —¿Shim...?



               —Ése soy yo —pudo sonreír al decirlo.



               Los  niños,  al  fondo  de  la  cámara,  escuchaban


            como si en ello les fuera la vida. Las luces, en sus


            manos,  oscilaban.  Conocía  cómo  oscilaban  los


            objetos  colgados;  pero  nunca  pudo  suponer  que



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