Page 205 - La Nave - Tomas Salvador
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—He pasado mucho tiempo detrás de esa puerta
esperando que me lo dijeras.
—Vamos, Sad, y no me hables así.
—¿Es que no puedes amarme?
—No lo sé. ¿No comprendes que no lo sé y tengo
miedo?
Sad, sin pronunciar más palabras, le ayudó a
incorporarse. Tomi estaba en la puerta y se apoderó
de la luz. Sad, sin hablar, debió darle la indicación
oportuna, porque se puso a andar delante de ellos.
Por segunda vez desde su estancia entre los wit,
recorría sus pasillos y cámaras, sus rampas y
escaleras. Era un mundo diverso y fascinante, un
mundo que habría de explorar más despacio.
Atravesaban zonas de luz y zonas oscuras, calles,
incluso, con rieles como si en otro tiempo las
hubieran atravesado vehículos, a las que se
asomaban puertas entornadas, de las cuales se
escapaba olor a comida, gritos y llantos, risas
infantiles y parloteo incesante de las mujeres.
Mientras ellos pasaban, una ola de curiosidad les
acompañaba. Los niños, las mujeres y los hombres
se asomaban, hacían corro, preguntaban, chillaban
y reían. Las bromas a Sad eran atroces y lo menos
que se decía era que lo llevaba para acostarse con él.
Nuevamente el ingenuo libertinaje, el desenfreno
verbal que tanto le repelía. El temor y la vergüenza
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