Page 206 - La Nave - Tomas Salvador
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acabaron  con  su  curiosidad  y  terminó  andando


            como  un  robot.  Y  cuando  Sad  le  tocó,  se  detuvo.


            Habían llegado.



               El lugar no ofrecía demasiadas diferencias con lo


            ya  conocido:  la  misma  teoría  de  pasillos  o  calles


            estrechas, un cruce, huecos de ascensores, rampas y


            ventiladores. Luces indirectas en algunas partes y


            luces calientes en otras. Y la misma turbamulta de



            chiquillos  y  mujeres  mirándole  como  si  fuera  un


            objeto extraño.



               —Espera —dijo Sad.


               Esperó,  digno,  con  sus  inútiles  extremidades



            colgándole  a  los  costados,  ridiculamente  cortas.


            Esperó,  torturado,  lamentando  haber  venido...


            ¿Habría  de  pasarse  lo  que  le  restaba  de  vida


            encerrado en la cámara, temiendo un instante como


            aquél?



               Ylus,  apareciendo  ante  él  y  despachando


            mediante unas enérgicas órdenes a los curiosos, le


            salvó de su desfallecimiento.



               —Ylus...



               —Ése soy yo.



               —No  sé  lo  que  me  sucede.  No  me  puedo


            acostumbrar, Ylus. Quisiera morir antes que sentir...


            lo que siento.



               —¿Has comido, Shim?




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