Page 299 - La Nave - Tomas Salvador
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ciertamente, días tranquilos, amables; pero lo eran


            únicamente en apariencia. Sad significaba un lazo,


            una sensación que a veces le llenaba de alegría y a


            veces            le       avergonzaba                     profundamente.                       Su


            mutilación  le  cohibía  tanto  que  hubiera  preferido



            estar  solo.  Sad,  callada  —por  lo  menos  en


            comparación con las mujeres de Brisco—, le atendía


            siempre,  le  introducía  la  comida  en  la  boca,  le


            limpiaba la cara, le colocaba y lavaba las vestiduras.


            Sad  era  suave  y  triste;  apenas  hablaba,  pero


            escuchaba  sin  cansarse.  En  ocasiones  llegaba  a


            imaginarse  que  estaba  inscribiendo  en  un  Libro


            humano, sensible, donde las palabras eran tímidos


            latidos de la memoria.



               Algunas  muchachas  de  Brisco  venían a  su lado,



            cuando Sad no estaba, a ofrecerse, a besarle. Se las


            quitaba de encima sin enfadarse, agradeciendo en


            lo  íntimo  aquella  prueba  de  aceptación;  no  era


            imposible  irritarse  contra  aquellos  animalitos,


            hermosos y orgullosos; pero no las deseaba, y así lo


            decía. Las muchachas no se enfadaban tampoco. Ni


            Sad.  Realmente,  eran  muy  pocos  los  rencores  en


            aquellas  cámaras  de  la  familia  Brisco,  aunque


            fueran muchas las escandalosas peleas. Era sencillo



            y fácil vivir así...






               Brisco,  indudablemente,  estaba  preocupado.  Se




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