Page 306 - La Nave - Tomas Salvador
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fortísimamente iluminada y, vista desde alguna
perspectiva, la luz se recortaba nítidamente
formando un hexaedro irregular, con varios planos
en profundidad. El resto de la cámara apenas se
beneficiaba con alguna penumbra. Y dedujo que la
estancia se iluminaba parcialmente. Todo era
cuestión de ir encontrando resortes.
Sad, llamándole, le sacó de sus reflexiones. Era
una llamada angustiosa, con el terror de muchas
generaciones en su eco. Se lanzó al foco y pulsó el
resorte. La oscuridad le pareció doblemente densa
y quedó verdaderamente desorientado, con el único
asidero de unos falux ardiendo a lo lejos. Sad le
abrazó las rodillas, y Brisco, sin levantarse, unificó
sus gemidos en uno largo y potente que pareció
dejarle vacío.
Dejó que se tranquilizaran y luego les habló
suavemente:
—¿Qué os sucede, amigos? ¿Os asusta el genio de
la cámara? He sido yo quien lo ha llamado, Brisco,
Sad amada; he sido yo, y es necesario que lo haga.
¿De qué modo, si no, podría complacerte, amigo
Brisco, para que puedas ofrecer a tus huéspedes, las
ilustres familias de la Nave, la más grande diversión
de todos los tiempos? Pero date cuenta, Brisco, de
que un genio de la luz es demasiado potente para
que intentes comprenderlo. Yo no te digo que lo
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