Page 303 - La Nave - Tomas Salvador
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fórum. Dada la estricta economía de la Nave, debía


            obedecer a un fin, a una regla en desuso, quizá para


            entretenimiento, para alguna emoción estética, que


            el instinto de la familia Brisco había olfateado, pero


            no  descubierto.  Uno  de  los  cronistas  de  la  Nave



            citaba  como  su  distracción  favorita  los  conciertos


            lumino‐sónicos, en la cámara que él llamaba «Lusó»


            y se quejaba de que los habitantes de la Nave iban


            perdiendo la afición a tan hermoso espectáculo. Y es


            —decía— que la constante luz nos está cegando para los


            colores. Yo mismo necesito estar dos horas en la oscuridad


            para quitármela de encima y poder luego emocionarme.


            La  profusión  de  tubos,  planos,  espirales  y


            superficies que adornaban el techo y parte de los



            murales  de  la  sala,  sobre  los  cuales  había  creído


            sorprender unos bellos reflejos a la luz de los falux,


            ¿tendría alguna relación con lo que Brisco decía? En


            todo  caso,  el  origen  de  todo  estaba  en  la  luz.  No


            había querido descubrir a Brisco, ni a ningún otro


            padre de las familias en realidad, con excepción de


            Luxi, el secreto de iluminar las cámaras a voluntad;



            era  un  secreto  demasiado  importante,  de  una


            importancia  política  y  humana  excesiva  para  los


            vitales  pero  elementales  wit.  Incluso  dudaba  en


            llevar a Brisco, indolente y vicioso, al resorte mágico


            de la luz. Intuía un mal, cuya potencia y origen no


            podía descarnar.






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