Page 307 - La Nave - Tomas Salvador
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comprendas,  ni  siquiera  que  lo  mires  de  frente.


            Cierra  los  ojos,  inclina  la  cabeza  y  respeta  su


            silencio. Pero no te asustes. El genio de la luz es mi


            amigo y no te hará daño...



               —Te creeré si me lo dices así, ¡oh, mensajero! Pero


            reflexiona,  Shim,  que  si  tu  genio  hace  lo  mismo


            cuando la cámara esté llena con las familias, mucho


            me temo que el día de la fiesta los más fuertes maten



            a los más débiles, intentando escapar de tu genio.



               —No  dejas  de  tener  razón,  padre  de  la  familia;


            pero  también  es  cierto  que  apenas  acabamos  de


            empezar. ¿Quieres que sigamos buscando?



               —¿Qué buscas, Shim?



               —Creo que el genio de la luz hace mucho tiempo


            que está callado y desea cantar. Vamos a buscar el


            cantar de la luz.



               —¿Puede cantar la luz?



               —Tú mismo has seguido su voz más poderosa. No


            temas;  tiene  otros  registros  más  suaves.  Si  me


            ayudas,  podemos  preparar  una  hermosa  canción


            que  recobrará  para  ti  el  prestigio  de  tus  mejores


            días.



               Brisco,  subyugado,  se  levantó  y  hasta  pareció


            recobrar el don natural que hacía de los padres de


            las familias auténticos jefes de su pueblo.



               —Estoy dispuesto, Shim.




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