Page 305 - La Nave - Tomas Salvador
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provocar otra cosa que una iluminación uniforme.
Lo pulsó con el muñón endurecido, sin avisar a
Brisco, irritado por su chinchorrería. Suponía el
efecto que habría de producirle y deseaba saber si
era posible acallarle. El resultado superó sus
cálculos: un chorro de luz se abatió sobre ellos, casi
con fuerza de vibración; Brisco y Sad cayeron al
suelo, entre agonías de cerebros torturados, y él
mismo quedó sofocado y ciego como si la luz
hubiera nacido en sus mismos ojos. Se tambaleó y
huyó, como le fue posible, con la única intención de
apartarse de aquel infierno, aunque sabía la
inutililad de su huida.
Sin embargo, lo imposible fue hecho: el chorro de
luz era verdadero y la intensidad se reducía
alejándose de su centro. Desde una distancia de
ocho o diez pasos pudo dominar el
deslumbramiento y percibir cómo la luz se iba
diluyendo. En el centro del horno lumínico, Sad y
Brisco se retorcían atrozmente iluminados.
Dudó algún tiempo en adentrarse nuevamente en
la luz, temiendo quedar preso en las redes, como
antes; pero una sencilla deducción le enseñó que los
antepasados no hubieran creado una luz imposible
de resistir. Era una luz diferente, dirigida, en vez de
la uniformemente repartida que había en las
restantes cámaras. Con ella, la estancia quedaba
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