Page 301 - La Nave - Tomas Salvador
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de amar y de seguir amando; nada, en total. Pero


            Brisco sacó el genio de la raza en un gesto altanero


            e  ingenuo,  en  una  mirada  larga  y  amorosa  a  los


            rincones  de  la  cámara,  a  las  mujeres  y  a  los


            muchachos...



               —Las mujeres, Shim, cantan y bailan y saben ser


            dulces y suaves. Y cuando están con nosotros, los


            hombres de Kalr no se encuentran tan diferentes de



            los hombres de Mons como cuando se encuentran


            en  una  rampa.  Los  divertimos,  creo,  aunque  te


            aseguro  que  me  importa  muy  poco  que  se


            diviertan...



               —Entonces, Brisco, ¿por qué estás preocupado?



               Brisco amplió su gesto de pesadumbre.



               —Mi  padre,  hermano  Shim,  me  enseñó  algunos


            juegos de magia. Pero ya los conocen todos: sacar


            una espada que eche chispas por la punta, cambiar


            el  color  del  agua,  andar  por  el  aire...  Ésta  es  la


            cámara de los juegos. Mi padre me decía que tenía


            una magia muy buena, pero que sólo se hace una


            vez  por  generación.  He  intentado  saberla  y  he


            preguntado  en  voz  baja  en  los  rincones,  como  es



            costumbre, según sabrás, pero nada he conseguido.



               —¿Y cómo es la magia, Brisco?


               —¿Puedes ayudarme?



               —Te pregunto solamente que cómo es la magia.





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