Page 313 - La Nave - Tomas Salvador
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siendo un tono total y desmenuzándose en cascadas


            de partículas luminosas; existía en las guirnaldas de


            fuego  que  se  formaban  en  los  rincones,  en  las


            espirales inmensas que recorrían una y otra vez su


            interminable  sendero;  en  las  largas  líneas  que



            temblaban  y  se  rompían,  en  las  tonalidades  que


            vibraban en el aire y eran rechazadas de un rincón


            a otro, de un plano a otro plano. La belleza existía


            en  la  emoción  que  suscitaban  aquellas  gamas


            increíbles del carmesí, cayendo como goterones de


            sangre y que antes de llegar al suelo se uniformaban


            en  una  llamarada  azul.  Diríase  que  se  formaban


            símbolos,  «árboles»,  «montañas»,  «ríos»,  «soles»,


            «mares» inmensos. Quizá fue tal el objeto de aquel



            tremendo esfuerzo de la voluntad humana...



               Comprobó  con  placer  que  había  perdido  gran


            parte del defecto visual que le impedía percibir los


            colores.  La  ya  prolongada  estancia  con  el  pueblo


            wit, las horas en tinieblas, la luz cambiante de los


            falux, la gradación misma de las oscuras simas de la


            Nave  habían  sido  un  maravilloso  curandero  para


            sus ojos. Y comprendió que los wit, en la plenitud


            de  su  visualidad,  tenían  mejor  acceso  que  él  a  la


            maravillosa  demostración.  Sad  misma,  pulsando



            «dientes»,  hermosa  y  pobre  bestezuela  de  un


            pueblo  entregado  a  un  destino  de  oscuridad  y


            tristeza, estaba doblemente hermosa, transfigurada.





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