Page 359 - La Nave - Tomas Salvador
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Hace abrir las cámaras cerradas. En muchas se ha
podrido
una oscura materia; en otras, la soledad las colma.
Las máquinas enormes extienden sus murallas,
sus nidos de metal y negra pesadumbre. Están
mudas,
apagadas, corrompidas. Son calles ellas mismas
con sus propias paredes. El Navarca no quiere
examinarlas y busca solamente las máquinas
pequeñas.
A la luz de los falux la escena es deprimente
y cuando estalla la luz de los antiguos, la soledad
espanta. El hombre es muy pequeño, y muy torpes
sus manos. Ningún jardín, ninguna fuente, ningún
grito
de niño. Todo son almacenes, centrales, baterías
y cavernas de acero. El vértigo se asoma
al borde de los huecos oscuros. En cámaras
pequeñas
se adivina el humano; entonces, Elio y Shim la
encienden
y buscan sus tesoros. Hablan bajo y guardan
piezas
de ignotas maquinarias. Llega el primer descanso.
Kalr dispone sus guerreros para montar la guardia.
La soledad es plena, pero ha nacido un miedo
cuyo nombre se ignora, un miedo a los vacíos
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