Page 77 - La Nave - Tomas Salvador
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sintieron iguales escrúpulos. No lo sabré a menos
que se lo pregunte al Libro, siempre que hayan sido
tan sinceros como yo. ¿Lo fueron...?
Me he levantado y acariciado los cilindros del
Libro. Son grandes, fuertes, suaves y sabios. El
primero contiene el origen. Me he inclinado y
besado su superficie. La escasa noción que tengo
sobre la inalterabilidad de las cosas se acrecienta
ante este monumento humano, obra nuestra, obra
de las generaciones que sufrieron con el
pensamiento entre las paredes de la cámara, frente
a su deber.
He sentido un enorme orgullo, un tremendo amor.
Aquí está condensado el aliento y la palabra de un
puñado de hombres. Puedo pulsar el índice, y
aparecen sus nombres, sus cifras. Y aun cuando se
haya borrado su recuerdo, lo que ellos inscribieron
seguirá siendo testimonio de su existencia. Esta
sensación, y el amoroso tacto, me han decidido: voy
a preguntar al Libro, voy a saciar mi sed...
He cerrado el audirregistrador con infinito
desconsuelo. Algo se ha roto en mí y me tiene
aniquilado y vencido, ¡tanta ilusión, tanto luchar,
tanto temer...!
No he comprendido nada; ni las palabras ni los
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