Page 80 - La Nave - Tomas Salvador
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se llamaba Saúl; el mío, Shimp. La deducción es
fácil: estamos perdiendo el idioma. Dentro de
algunas generaciones hablaremos con gruñidos o
nos entenderemos con signos.
Yo, Shim, aunque Hombre de Letras, vivo en la
Nave, y fuera de mi cámara no puedo diferenciarme
de mis hermanos. Y, en realidad, aunque escribo
con palabras desusadas, debo reconocer que lo hago
siguiendo un impulso desconocido, porque si de
verdad reflexiono, gran parte de mis palabras
escritas tienen un significado que ignoro. Las
empleo por razones que no entiendo,
asombrándome ante su poder; pero si las saco fuera
de su lugar, ni yo mismo las entiendo. Debo, pues,
suponer que la degeneración que sufren las
palabras en boca de los habitantes de la Nave me
alcanza a mí también.
Mi profundo error fue el aceptar sin discusión el
principio de que nada en la Nave se estropea o
envejece. Mi memoria no recogía ningún cambio
siquiera pequeño en la sencilla evolución que nos
mantiene vivos. Las mismas leyes son una rígida
muestra. Debo ahora aceptar que si la Nave sigue
produciéndose idénticamente, nosotros, sus
moradores, no seguimos el mismo proceso.
Estamos cambiando, tan insensiblemente que no
nos damos cuenta. Y dado que ya anoté en otra
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