Page 290 - Triton - Samuel R. Delany
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Encima de los irregulares techos de los edificios
(nunca hasta entonces había visto techos irregulares de
edificios), el aire tenía un color gris rosáceo granuloso,
como un escudo sensorial mugriento (¿era aquello el
cielo? ¿Con atmósfera incluida...?). Un olor cálido y
maloliente flotaba en la calle (algo igual de asombroso).
Mientras lo empujaban hacia el vehículo, una
sorprendente brisa (era la primera brisa que sentía que
no era producida por convección desde la rejilla de algún
ventilador a unos pocos metros de distancia) trajo
consigo una docena de contradictorios y desagradables
olores.
—¡Entra aquí!
Abrieron la portezuela de un vehículo y lo empujaron
a un asiento; un relleno color «cielo» asomaba por una
costura. Los dos desconocidos uniformados (una especie
de polizontas) dieron la vuelta hasta el otro lado,
dejándole momentáneamente solo con sus agitados
pensamientos (¡Podría echar a corren ¡Podría echar a
correr ahora!), pero el aspecto no familiar de todo a su
alrededor (y la convicción de que había algún error en
alguna parte) lo paralizaron: luego ellos también
entraron; las puertas se cerraron con un golpe: el
vehículo se puso bruscamente en marcha, y se metió y
fue atrapado por un flujo de tráfico subterráneo con la
más brusca aceleración que, aparte el aterrizaje en la
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