Page 327 - Triton - Samuel R. Delany
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atareada con la compañía, pero si tuvieras algunos
minutos, quizá pudiéramos vernos... Quiero decir que
podríamos ir a dar algún paseo. O algo. Si tienes tiempo.
Ella le observó, mientras algo ilegible transpiraba pro
fundamente en los músculos de su rostro. Finalmente
dijo:
—De acuerdo.
Él recordó respirar.
Y se volvió de nuevo a su bandeja.
—Bien —dijo, lo cual sonó raro. Así que añadió—:
Gracias —lo cual tampoco quedaba bien. Así que dijo—:
Bien —de nuevo. Sonrió con cada una de las tres
palabras.
El resto del desayuno fue dominado por la
impaciencia por acabar; la conversación, toda tangencial
a la guerra, le encerró como las paredes de la celda
terrestre donde había pasado..., ¡pero no podía hablarle a
ella de nada de eso!
El pensamiento le llegó repentino y impresionante.
¡Sam dijo que no debía mencionarle esto a nadie!
Por supuesto, eso debe significar ella también...,
especialmente ella, si estaba aquí con una invitación del
gobierno. A partir de entonces sus pensamientos se
hicieron más extraños e inconexos. ¿De qué podía
hablarle entonces, qué podía contarle para pedir su
apoyo, su simpatía, su opinión?
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