Page 346 - Triton - Samuel R. Delany
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la comida. Pero, ¿para la cena...?) y un arnés de plata (el
suyo) casi como una polizonta de Tetis, y los pantalones
muy cortos plateados que hacían juego con él: una bolsa
de cintura negra (de Sam) para el dinero. Ninguna bolsa
en absoluto (lo cual implicaría bolsillos secretos) lo
marcaría (de nuevo) como un prostituto. Su propia bolsa,
con sus espejos bordados y luces destellantes, lo hubiera
identificado en una situación así como el cliente de una
prostituta. Dudó agónicamente durante media hora
sobre el calzado, hasta que de pronto tuvo una brillante
idea: primero sus propias botas, negras y suaves..., luego
rebuscó en la caja de maquillaje de Sam sacada del fondo
de su bolsa y, con la laca plástica, pintó cuidadosamente
su ceja dorada (deteniéndose ocasionalmente para
frotarse la auténtica con el pulgar) de negro.
Había sacado también el disolvente para laca, seguro
de que tendría que rehacer el trabajo media docena de
veces; nunca lo había hecho antes (al menos, no en
negro), y estaba seguro de que iba a terminar con toda la
cara pintada. Le bastó tan sólo inclinar el cuello y mirar
de reojo al espejo de aumento, sin embargo, para
conseguir, con tres golpes, un trabajo perfecto.
¡Listo!
Equilibrio, pensó; asimetría y coherencia. Todos los
ideales de la moda cumplidos, sin tener que someterse a
ninguno de ellos.
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