Page 153 - Anatema - Neal Stephenson
P. 153
boquiabierto. Pero a continuación hizo algo asombroso:
controlar el reflejo de echarse atrás y alejarse rápidamente
de nosotros, aprendido desde su nacimiento. Reconsideró
ese medio paso atrás. Volvió a su posición anterior y —
difícil de creer, pero Jesry y yo acordamos posteriormente
que así había sido— nos miró con verdadera furia.
Sin saber cómo responder, Jesry y yo retrocedimos y nos
quedamos lejos mientras Cord ejecutaba una sucesión de
pequeñas tareas necesarias, celebrando una especie de
auto para apagar la máquina y dejarla lista para otro uso.
El Ati se quitó la gorra —se cubrían la cabeza cuando
estaban entre los suyos— y la abrió para moldear la
chimenea con ligera forma de seta que se ponían cuando
andaban por ahí, de forma que pudieses reconocerlos de
lejos. Luego se la encasquetó mientras nos dedicaba otra
mirada de desafío.
De la misma forma que nosotros jamás permitiríamos
que un Ati entrase en el presbiterio, él consideraba un
sacrilegio que nosotros estuviésemos allí. Era como si
hubiésemos cometido una profanación.
Quizás obedeciendo al mismo impulso, Jesry y yo nos
pusimos la capucha.
Era casi como si, en lugar de rechazar el estereotipo del
Ati taimado, conspirador y villano, éste lo abrazara, se
enorgulleciese de él y ejerciese su papel todo lo posible sin
tener que hablarnos.
153

