Page 154 - Anatema - Neal Stephenson
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Mientras esperábamos a que Cord y el Ati terminasen


          con  sus  asuntos,  seguí  pensando  en  las  similitudes  de

          aquel  lugar  con  la  Seo:  por  ejemplo,  cómo  me  había

          sorprendido al entrar en la estancia, tan oscura y al mismo


          tiempo tan luminosa. Una voz en mi cabeza —la voz de un

          pedante prociano— me recordó que ésa era una forma de

          pensar halikaarniana. Porque en realidad admiraba una


          colección  de  máquinas  antiguas  sin  mayor  significado:

          todo  sintaxis,  sin  semántica.  Yo  afirmaba  verle  sentido.

          Pero dicho sentido era inexistente fuera de mi mente. Yo


          lo había traído conmigo a ese lugar, en mi cabeza, y en

          aquel  momento  estaba  jugando  con  la  semántica  al


          transferirlo a los monumentos de hierro.

            Pero, cuanto más lo pensaba, más me convencía de estar

          viviendo una genuina altavisión.


            Protas,  el  más  grande  de  los  filles  de  Thelenes,  había

          subido hasta la cumbre de una montaña, cerca de Ethras,


          había mirado la planicie que alimentaba la ciudad‐Estado,

          observado  las  formas  de  las  nubes  y  comparado  sus

          formas. Había experimentado la famosa altavisión de que,


          aunque las sombras correspondían sin duda a esas nubes,

          éstas  eran  infinitamente  más  complejas  y  estaban  más

          perfectamente  ejecutadas,  puesto  que  las  primeras  se


          distorsionaban a causa de la pérdida de una dimensión

          espacial y por el hecho de proyectarse sobre un terreno

          irregular. Camino abajo, había ampliado la altavisión al


          comprobar  que  la  montaña  parecía  tener  una  forma



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