Page 157 - Anatema - Neal Stephenson
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le iba de un lado a otro al inclinarse para examinar ciertos


          detalles. Luego asintió, intercambió algunas palabras con

          Cord  y  se  fue  empujando  el  carrito,  perdiéndose  en  el

          humo y el silencio.


            —¡Es una pieza para el reloj! —dijo Jesry—. ¡En el sótano

          algo debió de romperse o gastarse!

            Admití que el estilo del objeto me recordaba a algunas


          piezas del reloj, pero le hice callar porque me interesaba

          más Cord. Se acercaba a nosotros, con precaución para no

          pisar los fragmentos de metal, limpiándose las manos con


          un trapo. Llevaba el pelo corto. Al principio creí que era

          alta, quizá porque así la recordaba. En realidad no era más


          alta que yo. Con todas esas herramientas colgando parecía

          rechoncha, pero su cuello y sus antebrazos eran firmes. Se

          acercó hasta estar a un par de pasos, se detuvo de golpe y


          allí se quedó. Tenía una forma de estar de pie bastante

          sólida y deliberada. Daba la impresión de que, al igual que


          un caballo, sería capaz de dormir de pie.

            —Supongo que sé quién eres —me dijo—, pero ¿cómo te

          llamas?


            —Ahora me llamo Erasmas.

            —¿Es el nombre de un viejo sante?

            —Así es.


            —Nunca arreglé aquel viejo transbor.

            —Lo sé. Acabo de verlo.

            —Traje piezas aquí, para arreglarlas, y nunca volvieron a


          su lugar. —Se miró la palma de la mano derecha y luego



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