Page 158 - Anatema - Neal Stephenson
P. 158

me  miró.  Comprendí  lo  que  pretendía  decir:  «Tengo  la


          mano sucia, pero te la estrecharé si quieres.»

            Tendí la mano y agarré la suya.

            Se oyeron campanas.


            —Gracias por permitirnos ver tu máquina —dije—. ¿Te

          apetecería ver la nuestra? Eso que ha sonado es Provenir.

          Jesry y yo tenemos que dar cuerda al reloj.


            —Una vez fui a Provenir.

            —Hoy  podrías  verlo  desde  donde  lo  vemos  nosotros.

          Bon Apert.


            —Bon Apert —respondió—. Vale, qué demonios, iré a

          verlo.




            Tuvimos que atravesar el prado corriendo. Cord había

          dejado el enorme arnés de herramientas en el taller y se


          había puesto uno más pequeño parecido a un chaleco, que

          supuse  contenía  las  cosas  de  las  que  no  quería


          desprenderse  bajo  ninguna  circunstancia.  Cuando

          echamos a correr, ella hizo ruidos y dio brincos durante

          unos  pasos  hasta  que  tiró  de  algunas  correas  y  pudo


          mantenerse  a  nuestra  altura  mientras  cruzábamos  entre

          los tréboles. El prado había sido colonizado por seculares

          que  celebraban  picnics  de  mediodía.  Algunos  asaban


          carne. Nos miraron correr como si nuestra tardanza fuese

          un  espectáculo  para  su  entretenimiento.  Los  niños

          intentaban  situarse  para  ver  mejor.  Los  adultos  nos







                                                                                                          158
   153   154   155   156   157   158   159   160   161   162   163