Page 159 - Anatema - Neal Stephenson
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apuntaban con motucaptores y se reían con ganas al
vernos tan preocupados.
Llegamos a la puerta del prado, corrimos escaleras arriba
hasta un cuarto donde habían acumulado altares y bancos
polvorientos contra las paredes. Casi tropezamos con Lio
y Arsibalt. Lio estaba sentado en cuclillas. Arsibalt estaba
sentado en un banco corto, con las rodillas separadas,
inclinado hacia delante de forma que la sangre que le salía
de la nariz formaba un charco en el suelo.
Lio tenía un labio hinchado y le sangraba. El aspecto de
su ojo izquierdo daba a entender que al día siguiente lo
tendría a la funerala. Miraba hacia una esquina oscura de
la habitación. Arsibalt soltó un quejido estremecido, como
si hubiese estado sollozando e intentara controlarse.
—¿Una pelea? —pregunté.
Lio asintió.
—Entre vosotros dos o…
Lio negó con la cabeza.
—¡Ha sido a traición! —proclamó Arsibalt, gritándole al
charco de sangre.
—¿Intras o extras? —exigió Jesry.
—Extramuros. íbamos de camino a la basílica de mi
pater. Yo sólo deseaba saber si me hablaría. Un vehículo
ha pasado a nuestro lado una, dos y tres veces. Daba
vueltas a nuestro alrededor, como preparándose para el
ataque. Se han apeado cuatro hombres. Uno llevaba un
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