Page 167 - Anatema - Neal Stephenson
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las  horas.  Era  inevitable  que  quisiese  verlos.  Subimos,


          esforzándonos como un par de hormigas ascendiendo por

          un pozo, parándonos de vez en cuando para recobrar el

          aliento  y  que  Cord  tuviera  tiempo  de  examinar  el


          mecanismo, para que viese cómo lo habían encajado en la

          piedra.  Esa  zona  del  edificio  era  mucho  más  sencilla

          porque  no  había  ninguna  necesidad  de  que  tuviese


          bóvedas  y  arbotantes,  así  que  los  arquitectos  se  habían

          despachado a gusto con las celosías. Las paredes eran una

          espuma fractal de piedras unidas y talladas a mano. Cord


          estaba  fascinada.  Yo  no  soportaba  ni  mirarlas.  Todo  el

          tiempo  que  había  invertido,  como  fille,  limpiando  esas


          piedras  de  cagadas  de  pájaro,  y  los  mecanismos  de  su

          interior…

            —Entonces, sólo durante Apert puedes subir hasta aquí


          —afirmó en cierto momento.

            —¿Qué te hace pensar eso?


            —Bien,  no  se  te  permite  mantenerte  en  contacto  con

          gente  de  fuera  del  cenobio,  ¿no?  Pero  si  vosotros,  los

          Alternos, los Centenos y los Milésimos pudieseis usar esta


          escalera  en  cualquier  momento,  os  toparíais  unos  con

          otros.

            —Mira la forma de la escalera —dije—. No hay ninguna


          zona  que  no  podamos  ver.  Por  tanto,  nos  limitamos  a

          mantenernos a distancia.

            —¿Y si está oscuro? ¿O si subes hasta arriba y te topas


          con alguien en el astrohenge?



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