Page 201 - Anatema - Neal Stephenson
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explosivos y cortadores de chorro de agua, limpiando la
grava y los trozos de roca —que llevaron al perímetro y
apilaron para formar los muros del concento—, hasta dar
con la piedra sólida del corazón de la montaña. Ésta la
cortaron en losas y prismas que tumbaron en el suelo del
valle y que en ocasiones rodaban casi hasta los muros
antes de detenerse. La rampa se convirtió en una
protuberancia, la protuberancia acabó por ser un risco. Los
primeros Milésimos iniciaron una peregrinación subiendo
por su cara, un día entraron y no regresaron jamás;
montaron un campamento en la cima y se pusieron a
trabajar en la construcción de sus propios muros y torres.
Durante siglos el valle siguió siendo un campo de piedras.
Los avotos caían sobre las piedras dispersas en cuanto
tenían un momento de descanso y con ellas tallaban las
piezas de la Seo. Casi todas habían desaparecido ya, y la
tierra era llana, fértil y sin piedras. Pero por el prado
quedaban todavía algunos grandes peñascos, en parte con
fines decorativos y en parte como materia prima para
nuestros canteros, que seguían tallando las gárgolas,
finiales y demás elementos de la Seo.
Encontré a Arsibalt encima de un peñasco, rodeado de
contenedores vacíos de bebidas que los imizares habían
dejado tirados. A su alrededor, en la hierba alta, dormían
los visitantes. Al otro lado del prado, Lio tonteaba
alrededor de una estatua de Sante Froga, lanzando el
extremo del paño, dejando que rodease la cabeza de la
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