Page 198 - Anatema - Neal Stephenson
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estaba cerrado. ¿Podía ser una medida de seguridad en


          Apert?

            Esperaba que Gredick  se fuese para que  sur Trestanas

          nos pudiese reprender. Pero Gredick me miró a los ojos y


          dijo:

            —Ven conmigo, fille Erasmas.

            —¿Adonde? —pregunté. No era habitual que el Maestro


          de las Llaves dijese algo así; no era su trabajo.

            —A donde sea —dijo, y luego inclinó la cabeza hacia las

          escaleras que nos llevarían abajo.


            Miré a Orolo, quien se encogió de hombros e inclinó la

          cabeza en la misma dirección. Luego miré a sur Trestanas,


          quien  se  limitó  a  devolverme  la  mirada,  fingiendo

          paciencia. Estaba al comienzo de su cuarta década de vida

          y no era fea. Una persona enérgica, organizada y llena de


          confianza…  el  tipo  de  mujer  que  en  el  mundo  secular

          podría  haberse  dedicado  al  comercio  y  escalado  en  la


          jerarquía de una firma. Durante sus primeros meses como

          Guardiana Regulante, había impuesto muchas penitencias

          por  pequeñas  infracciones  que  su  predecesor  hubiese


          pasado  por  alto.  Los  avotos  de  mayor  edad  me  habían

          garantizado que se trataba del comportamiento habitual

          de una persona nueva en el cargo. Yo estaba tan seguro de


          que nos iba a imponer una penitencia por llegar tarde que

          no sabía si irme antes de que lo hiciese. Pero estaba claro

          que  había  venido  a  otra  cosa.  Así  que  abandoné  a







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