Page 252 - Anatema - Neal Stephenson
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Habíamos recolectado a ocho niños abandonados. Una


          niña estaba enferma y se quedaría en el cenobio unario,

          donde resultaría más fácil que los médicos  cuidasen de

          ella.  Dos  todavía  tenían  el  cordón  umbilical,  lo  que


          significaba que estaban destinados al cenobio milenario,

          tras una breve estancia entre los Centenos. Los llevaríamos

          a través de nuestro laberinto superior. Los otros cinco eran


          un poco mayores y, por tanto, pasarían a los Centenos.

            Recolectaríamos  a  treinta  y  seis  jóvenes.  Diecisiete,

          incluido Barb, vendrían directamente a nuestro cenobio.


          Los  otros  se  quedarían  con  los  Alternos,  al  menos  al

          principio. Con suerte, algunos se graduarían más tarde a


          nuestro cenobio.

            Doce  de  los  Alternos  habían  decidido  graduarse  a

          nuestro cenobio. Habían llegado otros nueve provenientes


          de  un  concento  más  pequeño  de  las  montañas  que  los

          enviaba al nuestro.


            Todos se presentaron ante la mesa principal, donde les

          dieron la bienvenida, y disfrutaron de los aplausos. Al día

          siguiente,  tras  el  cierre  de  la  puerta,  celebraríamos  su


          llegaba con una ceremonia mucho más tediosa. Esa noche

          eran  las  autoridades  de  extramuros  las  que  debían

          ofrecernos  su  versión  especial  del  tedio.  Siguiendo  una


          antigua tradición, se suponía que el Panjandrum de mayor

          nivel  presente  en  la  cena  debía  ponerse  en  pie  y

          entregarnos formalmente a los nuevos. En ese momento


          abandonaban  la  jurisdicción  secular  para  pasar  a  la



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