Page 269 - Anatema - Neal Stephenson
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superado el capítulo cuatro conocían los trucos. Era
mucho más difícil memorizar y responder preguntas
sobre textos que casi tenían sentido, pero no del todo; que
poseían lógica interna, pero sólo hasta cierto punto. Esas
cosas aparecían ocasionalmente de forma natural en el
mundo cenobítico. Después de todo, no todo el mundo
tiene la capacidad de ser un sante. Después de humillar y
expulsar a sus autores, esos escritos pasaban a la
Inquisición y, si se consideraba que pertenecían a la
variedad adecuada de textos horribles, eran mejorados y
se añadían a ediciones posteriores y más temibles del
Libro. Para cumplir la sentencia y obtener el permiso de
abandonar la celda, debías dominarlo tan perfectamente
como, digamos, un estudiante de mecánica cuántica debe
conocer la teoría de grupos. El castigo consistía en saber
que te estabas esforzando por permitir que una especie de
veneno intelectual se infiltrase en tu cerebro hasta sus
mismas raíces. Era más humillante de lo que pueda
parecer, y después de esforzarme durante un par de
semanas con el capítulo cinco no tuve problemas para
comprender que alguien que cumpliese una sentencia de,
digamos, el capítulo nueve, podía acabar afectado
permanentemente.
Ya basta del Libro. Una pregunta mucho más interesante:
¿por qué estaba yo allí? Daba la impresión de que sur
Trestanas quería apartarme de la comunidad mientras los
inquisidores estuviesen de visita. El capítulo tres no habría
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