Page 373 - Anatema - Neal Stephenson
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Sus delgados tobillos blancos se perdían en un par de
viejas botas negras. Tenía que arrastrar los pies para que
no se le cayesen. Se alejó del concento sin volver la vista ni
un instante. Al cabo de un momento se perdió tras el
chorro de una de las fuentes. Escogí ese momento para
darle la espalda y bajar.
Al entrar en la cronosima y oír que terminaba el auto de
Anatema, pensé que era una pequeña bendición que mi
última visión de Orolo fuese extramuros. Los presentes en
la Seo simplemente habían visto cómo lo incognoscible
que había más allá se lo había tragado, lo que era (tal y
como se pretendía) aterrador. Pero yo al menos le había
visto salir de allí. Lo que no hacía que resultase menos
horrible y triste. Pero entreverle vivo y moviéndose por sí
mismo en el Sæculum era tener la esperanza de que
alguien le ayudase ahí fuera… que quizás, antes de
anochecer, estuviese sentado, vestido con ropa de segunda
mano, en uno de esos bares que había frecuentado durante
Apert, tomándose una cerveza y buscando trabajo.
El resto del servicio fue una reafirmación de votos y una
reafirmación de la Disciplina. Me encantó perdérmelo.
Envolví la tablilla en una hoja de papel de dibujo y la
escondí tras una caja de munición; Lio podría recuperarla
más tarde.
La pregunta era si algún Diece se habría dado cuenta de
mi ausencia. Pero en un grupo de trescientos era fácil que
algo así pasase desapercibido.
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